Gurju Hatun , la hija de un sultán selyúcida y discípula de Rumi, envió a Ayn al-Dawlah, el famoso pintor y muralista del palacio, a pintar el retrato de Rumi en secreto y
llevarse de vuelta a ella. El pintor de alguna manera no intencional le
dijo tal situación a Rumi. Con una sonrisa en su rostro, Rumi dijo: "¡Haz, si puedes, lo que te dijeron!"
El pintor comenzó a pintar. Sin embargo, al final se dio cuenta que la imagen que había estado dibujando no tenía nada que ver con la persona frente a él y reinicio su pintura. Asi, intentando pintar el retrato de Rumi, perdió más de veinte pedazos de papel.
El pintor comenzó a pintar. Sin embargo, al final se dio cuenta que la imagen que había estado dibujando no tenía nada que ver con la persona frente a él y reinicio su pintura. Asi, intentando pintar el retrato de Rumi, perdió más de veinte pedazos de papel.
Por último, se dio cuenta de que no era capaz de hacerlo y dejo de intentarlo. [1]
Este incidente despertó el corazón del pintor. Se perdió en profundos pensamientos con asombro, temor y temblor, lo que lo llevo a ser un viajero de su propio universo. Al final, el pintor, que vio al Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones sean con el) en la ventana que se abrió en su corazón, pronunció las siguientes palabras: "Si un Awliya de la religión es así, me pregunto cómo sería el Profeta"
Osman Nuri Topbaş Efendi (que Allah lo proteja)
Fuente: From the examplart manners of the Friends of Allah
Notas:
1] Estos dibujos se encuentran todavía en el Museo Mawlana.
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