VIDA
Este orquestador único de la música de los cielos y revelador de los misterios divinos en el lenguaje de los ángeles, Jalál al-Din Balkhi, nació en Balkh el 16 de Rabi alawwal 604 A.H., que corresponde al 30 de septiembre de 1207. Su nombre era Muliaminad, título Jalál al-Din, posteriormente ‘Xhudawandagar”, “señor”. En poesía utilizaba el seudónimo “khamush” (el silencioso) y a partir del siglo 9 / 15 pasó a ser conocido como Mawlawi, término derivado de su título anterior Mulla-yi rum “el cultivado maestro de Anatolia”. Sus discípulos, tales como Ahmad Afiaki, le llamaban “El mayor misterio del Dios” (sirr Allah al-a’zam) mientras que en persa hablado se refiere a él como Mawlana. En Occidente, donde su fama se ha ido extendiendo desde el siglo pasado se le suele conocer como Rumi, donde Rum se refiere al Asia menor, lugar donde pasó la mayor parte de su vida (1).
Jalal al-Din nació en Balkh, un centro mayor de la cultura persa, hijo de padres hablantes de Persa, y fue producto de aquella cultura islámica persa que entre los siglos VII y XIII dominó la totalidad de los países orientales del Islam y de la cual han sido herederos hasta la actualidad los Iraníes, así como los turcos, afganos, musulmanes del Asia central y los del subcontinente indopakistaní. Es precisamente en Este mundo donde el sol de su legado espiritual ha brillado con más intensidad durante los pasados ocho siglos.
El padre de Jalal al-Din Muhammad ibn Husayn Khatibi, conocido como Baha alDin walad y llamado Sultan al-ulama, fue un sufi excepcional de Balkh relacionado con el linaje espiritual de Najm al-Din kubra. Fue el auto de Ma’arif, una obra de arte del sufismo que dejó una marca indeleble en el Mathnawi de Rumi(2). Fue en el seno de esta familia devota al estudio e imbuida de espiritualidad Jalal al-Din nació y recibió su primera educación. Y en compañía de su padre Rumi abandonó su ciudad natal para siempre cuando contaba unos 12 ó 13 años.
No se sabe con exactitud por qué Baha al-Din Walad dejó las provincias orientales de Persia para dirigirse al oeste. Se han propuesto 2 razones: la invasión Mongol y causas políticas internas. Algunos historiadores postularon la tesis que Muhairimad Khwarazinshah, el poderoso soberano de Balkh y otras regiones del Khurasan de aquel entonces, se opuso al orden Kubrawiyyah a la cual Baha’al-Din Walad pertenecía y que le animó a tal oposición a los sufies el conocido teólogo Fakhr al -Din Razi, que se sabe se pronunció en contra de los Kubrawiyyah. Otros han dicho que fue la embestida mongol la que forzó a Baha’al-Din Walad a huir hacia el oeste. Aunque es difícil determinar cuál de estos dos es históricamente correcto, creemos que el peligro de la invasión Mongol fue la causa más probable, si consideramos que Baha’ al-Din era muy venerado en Balkh a la hora de su partida y que probablemente hubiera podido permanecer allí para siempre, si se le hubiera presionado más.
Sea lo que sea, fue obra de la providencia que Jalal al-Din se salvara de la inmensa destrucción que pronto asoló Balkh y otras ciudades del Khurasan. Baha al-Din Walad partió con toda su familia y un grupo de discípulos hacia el Oeste alrededor del año 617/1220-1. Se dice que en Nayshapur conoció al renombrado poeta y santo sufi persa Farid al-Din’Attar y le presentó a Jalal al-Din. En palabras de Dawlatshah, ‘Attar ‘fúe a visitar a Mawlana Baha al-Din. Por aquel entonces Mawlana Jalal al-Din era pequeño. Shayhk’ Attar presentó su Asrah-namah a Mawlana Jalal al-Din como un presente y le dijo a Mawlana Baha’ al-Din que “pronto este hijo tuyo tendrá a todos los aspirantes espirituales del mundo en ascuas” (3).
No hay duda de que tal encuentro tuvo lugar. Ciertamente hay una unión espiritual directa entre ‘Attar y Rumi, y más en particular entre Asrar-namah y Rumi hubo siempre afecto y varias de sus historias se utilizaron en el Matbnawi.
Desde Nayshapur, Baha’al-Din Walad y su séquito partieron hacia Baghdad donde se les tenía en gran estima y conocieron a muchos de los sabios y Sufies de la ciudad, y desde allí fueron a Hejaz y peregrinaron hasta la Mecca. Fue muy probablemente después de este viaje, y como resultado de la invitación de ‘Ala-al-Din Kayqubad, el soberano de Anatolia, que Baha’ al-Din llegó a Asia Menor y finalmente se estableció en Qonya, una ciudad relacionada con su familia hasta este día.
La familia de Baha’ al-Din fue recibida muy calurosamente en Qonya, testigo por aquel entonces de la llegada de muchos inmigrantes de las ciudades orientales de Persia, pues Anatolia representaba un raro refugio de paz y tranquilidad en el mundo islámico durante los turbulentos años de la invasión mongol.
Baha’ al-Din se ganó rápidamente la fama de sabio religioso y sufi y murió con honor cuando Jalal al-Din contaba 24 años de edad.
Aunque siempre fue muy cercano a su padre, éste le sirvió de maestro sobre todo en las ciencias exotéricas. De hecho, tras la muerte de su padre, Jalal al-Din lo sucedió como autoridad religiosa dando opiniones(fatwás) sobre cuestiones relacionadas con la Shari’ah. Durante todo un año se dedicó en cuerpo y alma a esta función hasta que conoció a Burhanal-Din Muhaqqiq Tirmidhi, un gran maestro sufi, discípulo a su vez de Baha’ al-Din Walad. Fue a través de Burhan al-Din que Rumi heredó el legado espiritual de su padre y se inició en los misterios del sufismo. Rumi practicó el sufismo como discípulo de Burhan al-Din durante nueve años, hasta la muerte de éste en 638/1240-1. Durante este período Rumi también continuó estudiando las ciencias religiosas formales en la escuela Halawiyyah de Aleppo hasta que se convirtió en un experto en materias tales como comentarios coránicos, ciencias de hadith, jurisprudencia, teología e incluso filosofía. Rumi fue uno de esos sabios con autoridad en las ciencias esotéricas y exotéricas y que dominaba todas las ciencias tradicionales antes de trascenderlas en ese conocimiento supremo que también significa unión y que borra todos los rastros de conocimiento que se derive de la separación de sujeto y objeto. Durante este período Rumi también viajó a Damasco y se dice que pasó unos cuatro años en esta ciudad, que conocía bien (4).
Siendo ya un maestro tanto en las ciencias tradicionales como en el sufismo, Rumi estableció un círculo a su alrededor en Qonya, y desde el año 638/1240-1 hasta 642/1244-2 trabajó enseñando las ciencias religiosas. Se dice que era un maestro popular y que a sus clases formales asistían unos 400 estudiantes. Con gran probabilidad fue también por aquel entonces que enseñó las ciencias esotéricas a un más pequeño círculo de adeptos, pues era ya un sufi experto.
En 642/1244-2 la vida de Rumi sufrió una transformación a causa de sus encuentro con una figura misteriosa y poderosa, Shams al-Din Tabrizi, que había llegado a Qonya ese año tras pasar algún tiempo en Baglidad, donde también conoció a Awhad al-Din Kirmani, otro de los excepcionales poetas persas sufis de esa memorable era de santos y sabios. La vida de Shams está envuelta de misterio. No hay dudas respecto a su existencia, aunque aparece en los escritos de Rumi como persona y función espiritual a la vez (5). Este hombre, sufi a su vez, que fue el autor del poderoso maqá1át (6) y un qalandar salvaje que escapaba de las convenciones sociales, apareció como un meteorito fugaz en los cielos y desapareció con la misma velocidad con que había iluminado el cielo de la vida de Rumi.
Incluso su muerte sigue siendo un misterio y tiene varias tumbas, destinos de peregrinaje hasta nuestros días.
Shams al-Din Tabrizi no fue tan sólo un maestro sufi para Rumi. Jalal al-Din ya había practicado el sufismo muchos años antes de conocer a Shams al-Din. Más bien parece que Shams al-Din fue una influencia espiritual enviada “divinamente” que, en cierto modo, exteriorizó los estados contemplativos interiores de Rumi en forma de poesía y puso el océano de su ser en movimiento, cosa que resultó en vastas olas que transformaron la historia de la literatura persa. Podríamos decir que Rumi era del tipo de sufis que necesitaban camaradería espiritual para poder expresarse con palabras. La compañía de Shams al-Din fue tan intensa que transformó a un profesor sobrio en un poeta extático y expuso a la realidad la creatividad poética del interior de Rumi. El primer poema que Rumi escribió forma parte de una carta dirigida a Shams. Es más, desde su encuentro hasta la muerte de Rumi, éste ya no cesó de escribir poesía. Se estableció una unión tan profunda entre ambos que su efecto en Rumi sobrevivió a la desaparición de Shams. La espiritual amistad entre estas dos destacadas figuras es rara en la historia de sufismo y se ha convertido en proverbial en oriente.
Acosado por algunos de los discípulos de Rumi, celosos que su maestro pasara todo su tiempo con Shams, éste abandonó Qonya en 643/1242-3. Rumi estaba tan afligido que le mandó muchas cartas y mensajes con sus primeros poemas en persa y árabe y, finalmente, tras descubrir que estaba en Damasco, mandó a su propio hijo Sultan Walad a por él. Shams finalmente aceptó regresar a Qonya, cosa que hizo en 644/1243-4, pero tras una corta estancia desapareció otra vez, esta vez para siempre. Jalal al-Din estuvo buscándolo durante dos años y fue él mismo a Damasco, pero de nada sirvió. Shams al-Din había desaparecido dejando a Rumi con el shams, el sol de la gnosis, que lucía en el centro de su corazón.
Este orquestador único de la música de los cielos y revelador de los misterios divinos en el lenguaje de los ángeles, Jalál al-Din Balkhi, nació en Balkh el 16 de Rabi alawwal 604 A.H., que corresponde al 30 de septiembre de 1207. Su nombre era Muliaminad, título Jalál al-Din, posteriormente ‘Xhudawandagar”, “señor”. En poesía utilizaba el seudónimo “khamush” (el silencioso) y a partir del siglo 9 / 15 pasó a ser conocido como Mawlawi, término derivado de su título anterior Mulla-yi rum “el cultivado maestro de Anatolia”. Sus discípulos, tales como Ahmad Afiaki, le llamaban “El mayor misterio del Dios” (sirr Allah al-a’zam) mientras que en persa hablado se refiere a él como Mawlana. En Occidente, donde su fama se ha ido extendiendo desde el siglo pasado se le suele conocer como Rumi, donde Rum se refiere al Asia menor, lugar donde pasó la mayor parte de su vida (1).
Jalal al-Din nació en Balkh, un centro mayor de la cultura persa, hijo de padres hablantes de Persa, y fue producto de aquella cultura islámica persa que entre los siglos VII y XIII dominó la totalidad de los países orientales del Islam y de la cual han sido herederos hasta la actualidad los Iraníes, así como los turcos, afganos, musulmanes del Asia central y los del subcontinente indopakistaní. Es precisamente en Este mundo donde el sol de su legado espiritual ha brillado con más intensidad durante los pasados ocho siglos.
El padre de Jalal al-Din Muhammad ibn Husayn Khatibi, conocido como Baha alDin walad y llamado Sultan al-ulama, fue un sufi excepcional de Balkh relacionado con el linaje espiritual de Najm al-Din kubra. Fue el auto de Ma’arif, una obra de arte del sufismo que dejó una marca indeleble en el Mathnawi de Rumi(2). Fue en el seno de esta familia devota al estudio e imbuida de espiritualidad Jalal al-Din nació y recibió su primera educación. Y en compañía de su padre Rumi abandonó su ciudad natal para siempre cuando contaba unos 12 ó 13 años.
No se sabe con exactitud por qué Baha al-Din Walad dejó las provincias orientales de Persia para dirigirse al oeste. Se han propuesto 2 razones: la invasión Mongol y causas políticas internas. Algunos historiadores postularon la tesis que Muhairimad Khwarazinshah, el poderoso soberano de Balkh y otras regiones del Khurasan de aquel entonces, se opuso al orden Kubrawiyyah a la cual Baha’al-Din Walad pertenecía y que le animó a tal oposición a los sufies el conocido teólogo Fakhr al -Din Razi, que se sabe se pronunció en contra de los Kubrawiyyah. Otros han dicho que fue la embestida mongol la que forzó a Baha’al-Din Walad a huir hacia el oeste. Aunque es difícil determinar cuál de estos dos es históricamente correcto, creemos que el peligro de la invasión Mongol fue la causa más probable, si consideramos que Baha’ al-Din era muy venerado en Balkh a la hora de su partida y que probablemente hubiera podido permanecer allí para siempre, si se le hubiera presionado más.
Sea lo que sea, fue obra de la providencia que Jalal al-Din se salvara de la inmensa destrucción que pronto asoló Balkh y otras ciudades del Khurasan. Baha al-Din Walad partió con toda su familia y un grupo de discípulos hacia el Oeste alrededor del año 617/1220-1. Se dice que en Nayshapur conoció al renombrado poeta y santo sufi persa Farid al-Din’Attar y le presentó a Jalal al-Din. En palabras de Dawlatshah, ‘Attar ‘fúe a visitar a Mawlana Baha al-Din. Por aquel entonces Mawlana Jalal al-Din era pequeño. Shayhk’ Attar presentó su Asrah-namah a Mawlana Jalal al-Din como un presente y le dijo a Mawlana Baha’ al-Din que “pronto este hijo tuyo tendrá a todos los aspirantes espirituales del mundo en ascuas” (3).
No hay duda de que tal encuentro tuvo lugar. Ciertamente hay una unión espiritual directa entre ‘Attar y Rumi, y más en particular entre Asrar-namah y Rumi hubo siempre afecto y varias de sus historias se utilizaron en el Matbnawi.
Desde Nayshapur, Baha’al-Din Walad y su séquito partieron hacia Baghdad donde se les tenía en gran estima y conocieron a muchos de los sabios y Sufies de la ciudad, y desde allí fueron a Hejaz y peregrinaron hasta la Mecca. Fue muy probablemente después de este viaje, y como resultado de la invitación de ‘Ala-al-Din Kayqubad, el soberano de Anatolia, que Baha’ al-Din llegó a Asia Menor y finalmente se estableció en Qonya, una ciudad relacionada con su familia hasta este día.
La familia de Baha’ al-Din fue recibida muy calurosamente en Qonya, testigo por aquel entonces de la llegada de muchos inmigrantes de las ciudades orientales de Persia, pues Anatolia representaba un raro refugio de paz y tranquilidad en el mundo islámico durante los turbulentos años de la invasión mongol.
Baha’ al-Din se ganó rápidamente la fama de sabio religioso y sufi y murió con honor cuando Jalal al-Din contaba 24 años de edad.
Aunque siempre fue muy cercano a su padre, éste le sirvió de maestro sobre todo en las ciencias exotéricas. De hecho, tras la muerte de su padre, Jalal al-Din lo sucedió como autoridad religiosa dando opiniones(fatwás) sobre cuestiones relacionadas con la Shari’ah. Durante todo un año se dedicó en cuerpo y alma a esta función hasta que conoció a Burhanal-Din Muhaqqiq Tirmidhi, un gran maestro sufi, discípulo a su vez de Baha’ al-Din Walad. Fue a través de Burhan al-Din que Rumi heredó el legado espiritual de su padre y se inició en los misterios del sufismo. Rumi practicó el sufismo como discípulo de Burhan al-Din durante nueve años, hasta la muerte de éste en 638/1240-1. Durante este período Rumi también continuó estudiando las ciencias religiosas formales en la escuela Halawiyyah de Aleppo hasta que se convirtió en un experto en materias tales como comentarios coránicos, ciencias de hadith, jurisprudencia, teología e incluso filosofía. Rumi fue uno de esos sabios con autoridad en las ciencias esotéricas y exotéricas y que dominaba todas las ciencias tradicionales antes de trascenderlas en ese conocimiento supremo que también significa unión y que borra todos los rastros de conocimiento que se derive de la separación de sujeto y objeto. Durante este período Rumi también viajó a Damasco y se dice que pasó unos cuatro años en esta ciudad, que conocía bien (4).
Siendo ya un maestro tanto en las ciencias tradicionales como en el sufismo, Rumi estableció un círculo a su alrededor en Qonya, y desde el año 638/1240-1 hasta 642/1244-2 trabajó enseñando las ciencias religiosas. Se dice que era un maestro popular y que a sus clases formales asistían unos 400 estudiantes. Con gran probabilidad fue también por aquel entonces que enseñó las ciencias esotéricas a un más pequeño círculo de adeptos, pues era ya un sufi experto.
En 642/1244-2 la vida de Rumi sufrió una transformación a causa de sus encuentro con una figura misteriosa y poderosa, Shams al-Din Tabrizi, que había llegado a Qonya ese año tras pasar algún tiempo en Baglidad, donde también conoció a Awhad al-Din Kirmani, otro de los excepcionales poetas persas sufis de esa memorable era de santos y sabios. La vida de Shams está envuelta de misterio. No hay dudas respecto a su existencia, aunque aparece en los escritos de Rumi como persona y función espiritual a la vez (5). Este hombre, sufi a su vez, que fue el autor del poderoso maqá1át (6) y un qalandar salvaje que escapaba de las convenciones sociales, apareció como un meteorito fugaz en los cielos y desapareció con la misma velocidad con que había iluminado el cielo de la vida de Rumi.
Incluso su muerte sigue siendo un misterio y tiene varias tumbas, destinos de peregrinaje hasta nuestros días.
Shams al-Din Tabrizi no fue tan sólo un maestro sufi para Rumi. Jalal al-Din ya había practicado el sufismo muchos años antes de conocer a Shams al-Din. Más bien parece que Shams al-Din fue una influencia espiritual enviada “divinamente” que, en cierto modo, exteriorizó los estados contemplativos interiores de Rumi en forma de poesía y puso el océano de su ser en movimiento, cosa que resultó en vastas olas que transformaron la historia de la literatura persa. Podríamos decir que Rumi era del tipo de sufis que necesitaban camaradería espiritual para poder expresarse con palabras. La compañía de Shams al-Din fue tan intensa que transformó a un profesor sobrio en un poeta extático y expuso a la realidad la creatividad poética del interior de Rumi. El primer poema que Rumi escribió forma parte de una carta dirigida a Shams. Es más, desde su encuentro hasta la muerte de Rumi, éste ya no cesó de escribir poesía. Se estableció una unión tan profunda entre ambos que su efecto en Rumi sobrevivió a la desaparición de Shams. La espiritual amistad entre estas dos destacadas figuras es rara en la historia de sufismo y se ha convertido en proverbial en oriente.
Acosado por algunos de los discípulos de Rumi, celosos que su maestro pasara todo su tiempo con Shams, éste abandonó Qonya en 643/1242-3. Rumi estaba tan afligido que le mandó muchas cartas y mensajes con sus primeros poemas en persa y árabe y, finalmente, tras descubrir que estaba en Damasco, mandó a su propio hijo Sultan Walad a por él. Shams finalmente aceptó regresar a Qonya, cosa que hizo en 644/1243-4, pero tras una corta estancia desapareció otra vez, esta vez para siempre. Jalal al-Din estuvo buscándolo durante dos años y fue él mismo a Damasco, pero de nada sirvió. Shams al-Din había desaparecido dejando a Rumi con el shams, el sol de la gnosis, que lucía en el centro de su corazón.
El resto de la vida de Jalal al-Din, desde 647/1249-50 hasta 672/1273 comprendió el periodo de expansión del sufismo y la ciencias esotéricas en éste presentes. Formó a numerosos discípulos, algunos de los cuales llegaron a ser guías espirituales ellos mismo, como Salah al-Din Zarkub, Qunyawi y Husam al-Din Chalabi. El primero era un simple orfebre pero con un nivel espiritual elevado que falleció en 657/1254 y fue enterrado con acompañamiento de música sufi por expresa voluntad. El segundo era de Urmia, hijo de un maestro de una de las órdenes de caballería (futuwwah).
En el Matbnawi, Husam al-Din tuvo para Rumi el papel que Shams había tenido en el Diwán. Del mismo modo que Shams fue la causa externa para la composición del Diwán-i Shams-i Tabrizi, que llevan su nombre, Husam al-Din fue el polo que atrajo y dio vida a la inmensa rapsodia de poesía mística que es el Mathnawi.
En el mes de Jumada’I-ukhra de 672/diciembre 1273, Jalal al-Din enfermó. Sabía que la hora con encuentro con el Amado se acercaba, momento que para él no podía ser sino el más feliz de su vida. Predijo su propia muerte y compuso el famoso ghazal que empieza con este verso:
¿Cómo sabéis qué clase de rey me acompaña en mi interior? No lancéis vuestra mirada sobre mijaz dorada, pues mis piernas son de hierro.
Murió el 5 de Jumada’I-ukhra de 672/16 de diciembre de 1273 en un estado de alegría y paz, rodeado por su progenie espiritual, que también incluía a su familia más cercana. Sadr al-Din Qunyawi, el otro gran maestro del sufismo de Qonya por aquel entonces, leyó la plegaria de los muertos ante el cuerpo y los restos terrenales del mayor poeta sufi en lengua persa, que pasó al reposo eterno en Qonya . Su tumba sigue siendo uno de los destinos de peregrinaje más importantes del mundo islámico, un segundo Ka’ba para los sufis y el centro espiritual de Turquia.
Seyyed Mohammad Damadi
Universitat de Barcelona / Universidad de Teherán
Extraido : Asociacion Española de Orientalistas, XXXVIII (2002) 199-208
Universitat de Barcelona / Universidad de Teherán
Extraido : Asociacion Española de Orientalistas, XXXVIII (2002) 199-208
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Notas:
1) Para una relación de la vida de Rumi ver B. Forouzanfar, Risálah dar tahqiq ahwál wa zindigi-yi Matwaláná Jalál al-Din Muhammad mashhur bi Mawlawi. Theran 1315 (Año Hégira solar); Aflaki, Manáqib al-árifin, editado por T. Yazici, 2 vols., Ankara, 1959-61. (trad. Por C. Huart como Les saints des derviches-tourneurs, París, 2 vols., 1918-22); J.Horna’i, introducción a su Taffir Mat/maw¡-y¡ Mawlani. Dástán-i qaj’ah-y¡ dhát al-suwar yá dizh-i hush-rubá. Tebran. 1349; H.Ritter, “Philologika XI: Maulana Galaladdin Rumi und sein Kreis”. Der Islam. 1940, pp. 116-58 y 1942, pp. 221-49; introducción de R.A.Nicholson, a su edición y traducción del Matbnawi, Londres, 1925-40; M. Harry, Djelale DdÍne Roumi, poéte et danseur mystique. París, 1947; y E. Meyerovitch, Mystique et poésie en Islam: Djalál-ud-D¡ Rumi et Pordre des derviches tourneurs,París, 1972.
2) Numerosas fuentes tradicionales mencionan que Rumi descendía de Abu Bakr, el primer califa, por parte de padre y de la familia real de los khwárazmshahids por parte de madre.
3) Dawlatshah, Tadhk¡rah, Leiden, 1901, p. 193. También citado en Forouzanfar, Op. Cit., p.17.
4) Algunas fuentes han hablado del encuentro entre Rumi y lbn Arabi, quien también vivió y murió en Damasco. Sin embargo, esto no es tan fácil de justificar históricamente. No hay duda de que estas dos destacadas figuras del sufismo ciertamente “se conocieron” en el mundo invisible (‘álam al-ghayb), aunque nunca se coincidieran en carne y hueso. La relación entre lbn arabi y Rumi es compleja y merece un estudio profundo y extenso.
5) Ver S.H. Nasr, “Rumi and the Sufi Tradition”.
6) Respecto a Shams, ver Forouzanfar, op. cit., capítulo 3; también la introducción de Ahmad Khushniwis a su propia edición del Maqálát. Tehran, 1349 (A.H. Solar).
Notas:
1) Para una relación de la vida de Rumi ver B. Forouzanfar, Risálah dar tahqiq ahwál wa zindigi-yi Matwaláná Jalál al-Din Muhammad mashhur bi Mawlawi. Theran 1315 (Año Hégira solar); Aflaki, Manáqib al-árifin, editado por T. Yazici, 2 vols., Ankara, 1959-61. (trad. Por C. Huart como Les saints des derviches-tourneurs, París, 2 vols., 1918-22); J.Horna’i, introducción a su Taffir Mat/maw¡-y¡ Mawlani. Dástán-i qaj’ah-y¡ dhát al-suwar yá dizh-i hush-rubá. Tebran. 1349; H.Ritter, “Philologika XI: Maulana Galaladdin Rumi und sein Kreis”. Der Islam. 1940, pp. 116-58 y 1942, pp. 221-49; introducción de R.A.Nicholson, a su edición y traducción del Matbnawi, Londres, 1925-40; M. Harry, Djelale DdÍne Roumi, poéte et danseur mystique. París, 1947; y E. Meyerovitch, Mystique et poésie en Islam: Djalál-ud-D¡ Rumi et Pordre des derviches tourneurs,París, 1972.
2) Numerosas fuentes tradicionales mencionan que Rumi descendía de Abu Bakr, el primer califa, por parte de padre y de la familia real de los khwárazmshahids por parte de madre.
3) Dawlatshah, Tadhk¡rah, Leiden, 1901, p. 193. También citado en Forouzanfar, Op. Cit., p.17.
4) Algunas fuentes han hablado del encuentro entre Rumi y lbn Arabi, quien también vivió y murió en Damasco. Sin embargo, esto no es tan fácil de justificar históricamente. No hay duda de que estas dos destacadas figuras del sufismo ciertamente “se conocieron” en el mundo invisible (‘álam al-ghayb), aunque nunca se coincidieran en carne y hueso. La relación entre lbn arabi y Rumi es compleja y merece un estudio profundo y extenso.
5) Ver S.H. Nasr, “Rumi and the Sufi Tradition”.
6) Respecto a Shams, ver Forouzanfar, op. cit., capítulo 3; también la introducción de Ahmad Khushniwis a su propia edición del Maqálát. Tehran, 1349 (A.H. Solar).
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